Queridos ahijados:
Hoy
tengo una maravillosa oportunidad al hablarles el día de su graduación. Es para
mí un honor estar aquí. Estoy muy feliz y agradezco a D--s poder compartir
estas palabras con todos.
Recordar
es volver a vivir.
Ustedes
ya lo dijeron y, acertadamente, han colocado el nombre a la promoción con la
que comienzan otra vez mirando al futuro. A lo largo de todos estos años de
vida, lo que han estudiado, lo compartido y lo aprendido, deben constituir su
principal equipaje, no se lleven nada de más… las cosas que nos pasan sólo se
convierten en experiencia cuando hemos aprendido de ellas, a celebrar las
alegrías y a no repetir los errores. Por eso hoy elegí hablarles de aquello que
para mí vale la pena recordar y tomar en cuenta para la vida.
En
su paso por el colegio, quienes hemos sido sus maestros y profesores quisimos
darles herramientas para que puedan encontrar su espacio en el mundo. Hemos
querido ir más allá de contenidos y conceptos de literatura, arte, historia y ciencias,
que si bien cuando son aplicados permiten el desarrollo de la humanidad en
todas las áreas, dejan un vacío cuando los conceptos no pasan de ser una
colección de conocimientos. Allí, es cuando cobra significado la educación que
más allá de ir cabeza a cabeza, va de corazón a corazón.
Muchachos
para mí se aprende para hacer. En este momento Venezuela, y el mundo en
general, requieren personas que además de ser profesionales elijan hacer el
bien, personas que cuando puedan hacer algo incorrecto, algo que está mal, o
cuando puedan no hacer nada, decidan por sí mismas en su lugar, hacer lo
correcto, lo que es honesto y lo que corresponda, no sólo por cada uno, sino
también por el prójimo. Al final todos estamos conectados. Recuerden
entonces que el bien que se siembra hoy es la semilla que germinará mañana en
cada una de nuestras vidas.
Yo
sueño con un mejor país y un mundo donde además de querer avanzar más rápido
que la velocidad de la luz, nos esforcemos también en conectar con el otro a
esa misma rapidez, desde lo humano, en cada una de nuestras acciones, y donde a
partir del respeto mutuo, la palabra y la buena voluntad sean las únicas armas
requeridas para resolver los conflictos.
Comparto
mi sueño con ustedes, mis alumnos, porque quiero que sepan que cada uno es esa
semilla de cambio. El mundo que yo sueño no es utópico y comienza con querer
ser mejores. En primer lugar ser mejores personas, que además de ser buenos en
su oficio, en su carrera, sean responsables y decentes. Ser mejores personas es
lo que nos prepara para ser mejores padres, ser mejores padres es lo que nos
hace tener una mejor familia, una mejor sociedad, un mejor país. No olviden
que cada uno puede cambiar al mundo con la transformación de sí mismo.
Todo
siempre comenzó con un sueño. Todo lo que tenemos a nuestro alrededor comenzó
mucho antes de existir en la cabeza de alguien que primero lo soñó.
Sean
conscientes de que todos podemos soñar.
Ser
joven significa tener un poder. El poder de hacer las cosas
que uno sueña. El poder de hacer las cosas que uno quiere. Aquél que hace las
cosas que sueña, sin importar la edad, siempre es joven.
A
medida que transcurra la vida recuerden que tienen ese poder y que está en sus
propias manos. Sean conscientes también de lo bendecidos que son con cada una
de las razones que tienen, en este mismo momento, para sonreír. Ese ser
conscientes del presente es también la llave que abre la puerta a la felicidad.
Muchas
veces me preguntaron qué hacía una persona que estudió química dando clases en
bachillerato. Yo estudié química porque me intrigaba saber cómo era que una
sustancia se transformaba en otra, ¿por qué todo lo que nos rodea cambia?
Además de estar cautivada con el sueño de los primeros químicos, los
alquimistas, en su afán de convertir los metales comunes en oro.
Hoy
puedo compartir con mis colegas y sentirme orgullosa de haber encontrado el
lugar donde ocurre la verdadera transformación química. La conversión de un
átomo en otro tiene la misma esencia que la conversión de una persona en otra
diferente a la que es.
Nuestra
esencia para crecer es el cambio, y eso ocurre frente a mis ojos cuando un
joven es capaz de encontrar su propio brillo y transformar su luz en energía
que sea útil para él y para quienes le rodean.
Ustedes,
que hoy quieren crecer para convertirse en adultos, que buscan su camino e
intentan labrar su independencia tienen ese poder de cambio. Consigan la luz
dentro y hagan la alquimia.
A
medida que crezcan en algún momento las cosas les parecerán difíciles y habrá
incluso momentos en que pensaran que no pueden. A todos les digo: No duden de
ustedes. Recuerden que tienen la ligereza de ser un principiante, menos seguro
de las cosas, pero con la libertad para ser ustedes mismos. Sin engañarse ni
engañar. Sigan a su corazón y confíen en su intuición, así encontraran las
respuestas y trazaran el camino. Es el momento de ver hacía adelante muchachos,
más allá de las paredes y de todo lo que está de frente a sus narices. No se
dejen llevar por el desaliento ni escuchen a quién les diga “No puedes”. Sepan
que no existen las limitaciones sino las mentes limitadas. Por más largo que
sea el camino recuerden que no somos infalibles ni
perfectos: somos seres humanos con virtudes, defectos y lo que nos hace grandes es
aceptar con humildad que todos somos también aprendices y tenemos un camino por
delante.
Para
finalizar, les diré lo mismo que les diré a mis hijos:
Sean
generosos con su amor porque es el ingrediente que le pone sabor a la vida y
sean generosos con su tiempo, porque así es como se va construyendo, día a día,
momento a momento, y es de esa manera como podemos hacer del campo uno fértil,
para sembrar nuestras semillas y cosechar los frutos que queremos recoger. Recuerden
que nada de lo verdaderamente valioso se consigue sin esfuerzo.
Sobre
todo, hagan lo que hagan, no olviden a su país. Cuando reflexiono sobre
Venezuela la comparo con un adolescente, como cualquiera de ustedes, como lo
fuimos todos, como un aprendiz, inexperto para muchas cosas porque es joven y
está en busca de las herramientas que necesita para crecer, para encontrar su
identidad, a veces a tientas, a veces pidiendo ayuda, a veces sin saber cómo
pedirla…
Éste
momento es inédito en nuestra historia, pero también muy importante, parafraseando
a Albert Einstein, cualquier crisis es la mejor bendición que puede sucederle a
personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la
angustia como el día nace de la noche. Es en crisis donde nace la inventiva,
los descubrimientos y las grandes estrategias. Como país nuestra valía no se
encuentra en las decisiones ni en las políticas de un gobierno. Está,
precisamente, en cada uno de los ciudadanos que se levantan todos los días para
trabajar, estudiar y dar siempre lo mejor de sí mismos. Esa es mi esperanza,
y es mi deseo que también sean sus manos las que hagan y trabajen por la
construcción de la Venezuela que todos soñamos…
Recordar
es vivir. Así comencé a hablarles. Recuerden entonces que al final el ser
humano no se pregunta acerca del significado de su vida. Es la vida quien le
pregunta a él. Una pregunta que cada ser humano sólo puede responder a la vida
con su propia vida.
Los
quiero mucho, nunca los voy a olvidar, muchas gracias a todos por su atención…
Mariana Graterol
Caracas, 23 de Julio de 2014 (Días inolvidables y éste...)